Cuatro generaciones de pilotos y amantes del mundo de la aviación. Esta es la historia de la familia Van Cotthem.
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Albert Van Cotthem
Albert se alistó en el ejército belga a muy temprana edad, con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Dado que su pasión era el mundo de la aeronáutica y la mecánica, en 1915 entró en la escuela de formación de pilotos y participó en numerosos combates aéreos.
Finalizada la Gran Guerra, se convirtió en el piloto oficial de la familia real. En el período entre guerras ganó fama como acróbata aéreo en las reuniones internacionales.
Un grave accidente lo obligó a retirarse como piloto, pero nunca se alejó del mundo de la aviación.
Tony Van Cotthem
Tony, sobrino de Albert Van Cotthem, al escuchar las hazañas de su tío, tuvo claro su camino desde pequeño: ser piloto.
Después de haber sido piloto privado y volar en distintos tipos de naves, inició con un amigo un negocio de fotografía aérea.
Tony, se ha convertido en un piloto experimentado y con muchas horas de vuelo a sus espaldas, llegando a ser instructor de vuelo y piloto acróbata.
Peter Van Cotthem
Peter, hijo de Tony, aprendió antes a pilotar que a conducir un coche. En su larga trayectoría como piloto, ha llevado más de 40 aeronaves distintas.
A sus 39 años de edad, él y su familia decidieron mudarse a España para poder volar el máximo de días al año por las buenas condiciones climáticas del país.
Después de mucho esfuerzo aprendiendo la lengua española, obtuvo las licencias de instructor de vuelo y de piloto.
En el Aeroclub L’Estartit, Peter ha encontrado la manera de hacer realidad su sueño: dedicarse al vuelo y poder volar todos los días que la meteorología lo permita. Ahora, como instructor y piloto, disfruta cada vuelo como si fuera el primero.
Robin Van Cotthem
Robin, hijo de Peter, creció rodeado de aeronaves. Es por eso que, ya desde niño, mostró su pasión por este mundo y disfrutaba de los vuelos con su abuelo y su padre. Se mudó a España junto a su familia y en 2014 obtuvo su licencia de piloto ULM. Aparte del mundo de la aviación, a Robin siempre le han fascinado la mecánica y la electrónica. Por ello, y cuando en 2016 se mudaron a Cataluña para regentar el Aeroclub Estartit, vio clara su vocación: unir sus dos pasiones y dedicarse a ello. Ahora, en el Aeroclub, Robin trabaja tanto de piloto como de mecánico.